Bertone pone a prueba el mensaje del Papa Francisco

El Cardenal Bertone, exsecretario del Estado Vaticano y camarlengo de Benedicto XVI, ha sorprendido al Papa Francisco con su ostentoso plan de jubilación, tal como relata la prensa italiana.

Hace poco más de un año los escándalos que se sucedían en el Estado Vaticano decidieron que el Papa más racional de los últimos tiempos diera un golpe de timón para cambiar el rumbo de una Iglesia enferma por falta de virtud y exceso de pecado. Fue una decisión drástica, y necesaria a juicio de Ratzinger, de la que no se arrepiente en absoluto.

La consecuencia inmediata fue la llegada del Papa Francisco, un sencillo y austero cardenal del otro lado del charco. Un hombre que huele a su rebaño porque entiende que la misión de todo hombre de Dios, ocupe el cargo que ocupe, es anunciar el evangelio tanto con la palabra como con el ejemplo.

Francisco que desea una Iglesia pobre y para los pobres no ha cesado de repetir que volvamos la mirada hacia los más necesitados, que son el corazón del evangelio. Y ha demostrado con singular notoriedad que es posible vivir la austeridad y la pobreza siendo el máximo pontífice de Roma.

La jerarquía de la Iglesia otorga poder a sus ministros pero éste debe estar orientado al servicio y no a la acumulación, la suntuosidad, la pompa ni el lujo.

La renuncia del Papa Francisco a vivir en los lujosos apartamentos pontificios, sus zapatos negros, su cruz de plata, su viajar en autobús o en algún humilde automóvil, no son excentricidades sino gestos que llenan de coherencia sus palabras cuando predica acerca del espíritu de pobreza, como hacía en la misa Crismal del pasado Jueves Santo animando a los sacerdotes a vivir esta virtud tan cristiana.

Predicar con la palabra la Palabra de Dios requiere conocimiento pero predicar la Palabra de Dios con el ejemplo requiere entrega y compromiso real. Y los cristianos de verdad, insiste Francisco en sus homilías de Santa Marta, no son los cristianos de salón, ni los que se disfrazan de cristianos, sino los que viven el evangelio.

“Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza”, señalaba Francisco en su mensaje para la Cuaresma 2014.

Recientemente el Papa Francisco aceptó la renuncia del llamado Obispo del lujo, suspendido pocos meses antes por el escándalo generado en una diócesis Alemana al acometer una reforma multimillonaria del palacio Arzobispal.  Y son muchas las homilías en las que el Papa ha condenado la idolatría del dinero, del poder, de la codicia y de la avaricia:

«Lo que destruye es la avaricia, el querer tener cada vez más […] El apego al dinero destruye la fraternidad humana y corrompe a las personas» son solo algunos ejemplos de las aseveraciones del Papa en sus homilías 

Sin embargo, el exsecretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, debe creer que todo esto no va con él y ha puesto a prueba este mensaje del Papa, esencialmente cristiano, reformando un pisito de nada menos que 700 metros cuadrados, incluidos cien de terraza, para vivir su jubilación.

Cuenta el diario La Repubblica que la obra para Bertone consiste en la unión de dos áticos del Palazo San Carlo, muy próximo a Santa Marta, la modesta residencia de curas donde vive Francisco. El ruido que la reforma estaba provocando suscitó el interés del austero Papa. Y al conocer la finalidad de las mismas parece que  no le ha sentado nada bien el dispendio de su nuevo vecino.

¿Debilidad humana o traición de una parte de la curia, que cree que los mensajes del Papa son de aplicación solo fuera de las fronteras del Vaticano?

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