Nazarenos y Palestinos condenados a la Diáspora

¿ Has visto este símbolo » ن «?

Se extiende como la pólvora por las redes sociales y es la letra «n» en el alfabeto árabe. «N» de «Nasarah»: nazareno. Es el término con el que señalan despectivamente a los cristianos en Irak, así como lo hicieran anteriormente los nazis con los Judíos cuando pintaban en la puerta de sus casas la estrella de David. Hoy son los cristianos quienes encuentran este símbolo pintado en la entrada de su hogar.

El grupo terrorista islámico ISIL (Estado Islámico de Irak y Levante), cuyos miembros anteriormente fueran expulsados de Al Qaeda por extremistas, y que opera en Sirira y en el Norte de Irak, quiere erradicar a los cristianos de la región, expulsarlos y condenarlos al exilio por razón de su fe. Y tal como la propia Iglesia Católica hizo lamentablemente en tiempos de la inquisición les obligan a reconvertir sus creencias, girando en este caso su fe hacia el Islam.

Los extremistas musulmanes se hicieron con la ciudad de Mosul poco antes de que se reavivara el conflicto palestino-israelí, señalaron todas las viviendas cristianas con el símbolo de «nazareno» y emitieron un ultimátum: Conversión o Diáspora. No hay más opciones. O se marchan de su tierra, abandonando su hogar, sus recuerdos, su vida o se convierten al Islam. Contravenir el ultimátum solo significa la muerte.

Excepcionalmente y puesto que detrás de este tipo de atropellos siempre hay ánimo de lucro les permiten quedarse también si pagan un impuesto islámico de 450 dolares al mes.

El Papa Francisco vive con preocupación esta situación y consciente de que la persecución de los cristianos es hoy incluso mayor que en tiempos de los primeros cristianos, como ha repetido en distintas ocasiones, envía constantes mensajes de paz y solidaridad, trabaja para encontrar soluciones internacionales y reza por todas las comunidades sometidas a la violencia.

“¡Nuestros hermanos son perseguidos, son enviados fuera, deben dejar sus casas sin tener la posibilidad de llevarse nada! Aseguro a estas familias y a estas personas mi cercanía y mi constante oración»

“Queridos hermanos y hermanas tanto perseguidos, yo sé cuánto sufren, yo sé que son despojados de todo. Estoy con vosotros en la fe con Él que ha vencido el mal”

“El Dios de la paz suscita en todos un auténtico deseo de diálogo y de reconciliación. La violencia no se vence con la violencia”.

“¡La violencia se gana con la paz! Recemos en silencio pidiendo la paz”

En estos momentos ya no existe ningún cristiano en Mosul y en los alrededores comienza a suceder lo mismo. Los cristianos que se han convertido están bajo vigilancia permanente, sometidos al acoso de la sospecha. Los que decidieron huir buscan refugio internacional mientras sus posesiones y propiedades se las reparten entre los extremistas musulmanes, es parte del botín de esta denigrante operación con la que han expulsado a más de 1.500 familias y destruido dos mil años de legado.

El genocidio se expande por Oriente Medio como si realmente unos tuvieran derecho sobre la vida de otros, lo vemos con la persecución a la que se somete a los cristianos de Irak y también en el horror del conflicto entre Israel y Palestina, cuyas cifras de civiles muertos supera ya las 1.500 personas, entre ellas más de 350 niños.

La sinrazón fundamentalista se impone como si una visión, una ideología, una creencia tuviera mayor legitimidad que cualquier otra, como si una religión, una raza, una identidad fuera más valiosa que otra. Este es el viejo problema del mundo, de hoy y de siempre: el orgullo, la codicia, la avaricia, el poder, la ira. No hay comprensión para nadie, no hay respeto a la dignidad de las personas. Gobierna la ley del más fuerte.