Cien días de Francisco: un Papa que rompe moldes

La cifra mágica de los cien días del Papa ha llegado casi sin darnos cuenta. Tan natural fluye el carácter Francisco que, a la hora del primer balance para evaluar el rodaje del Pontífice, el peso se escora hacia la más positiva de las calificaciones. En el mes de marzo, un desconocido cardenal Bergoglio, se convertía en Papa; sus gestos, sus palabras y sus maneras, conseguían ser ilusionantes desde el minuto cero. En pocos días el proyecto de Papa era ya todo un compromiso. Medio mundo se estremecía con sus palabras cuando saludó desde el balcón a todos los fieles que esperaban en San Pedro para abrazar su recién estrenado pontificado. El cariño lo derramaba ya sobre los fieles con total naturalidad, con la serenidad del pastor con olor a oveja que desde hace cien días puebla el imaginario católico. Además nos marca, este hombre, con la humildad de su oración, con la que nos mima continuamente, los mismos rezos que nos pide que derramemos por él. Y sin embargo, tan rápido ha volado el tiempo. Hoy se cumplen 100 días, hoy es la hora del balance.

El primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia nos ha arropado con cien días de sencillez, de humildad, de alegría, de coraje, de sinceridad y de mucha oración, rezos desde el corazón, de los que valen. Su trabajo no cesa, es constante e intenso, y quienes lo seguimos de cerca lo sabemos bien.

Las dificultades a las que ya ha comenzado a enfrentarse son grandes y numerosas pero, esencialmente, porque sus retos son gigantescos: reforma de la curia, misión ecuménica, limpieza del IOR (Banco Vaticano), evangelización de las periferias, re-evangelización interna,… Y lo está haciendo con su muy personal estilo:

Dinamita la pompa vaticana: Recicla zapatos y sotanas, lleva en el cuello una cruz de plata. Austero y sencillo, abandona el armiño y se acerca relajado a sus fieles, con su zurrón de pastor. Se involucra en los asuntos de hombres, se arremanga la sotana. Es hincha de un equipo de futbol argentino, recibe a moteros en la misma plaza de San Pedro y sus gestos definen ya una forma única de ser Papa.
La ética de la política y del poder. Además de la típica mediación vaticana, de su interés en las relaciones diplomáticas del mundo, en la resolución de tensiones y conflictos internacionales, su agenda estalla lanzando dardos al capitalismo despiadado. La ética de la economía en el mundo es una de sus prioridades; denuncia sin pensar en las consecuencias y apunta siendo políticamente incorrecto.
Pueblo de Dios acurrucado en el bolsillo de Francisco: El Papa quiere cristianos comprometidos, consistentes y revolucionarios, en su seno. Denuncia la incoherencia de pastores y fieles, la hipocresía que mina la credibilidad de la Iglesia. Está decidido a despertar a la Iglesia. Con sus homilías diarias realiza una catequesis que se está extendiendo por el mundo entero, cada palabra una sentencia.
Reforma de la Curia, revolución en la misma Iglesia: Transcurrido un mes de pontificado anunció la creación de un consejo de ocho cardenales de los cinco continentes, para reformar la burocrática, obsoleta y hasta corrupta Curia vaticana.
El Papa de los 3 Mundos: El primer Papa del fin del mundo, como él mismo se definió, procedente del Nuevo Mundo que conoce al dedillo los problemas del Tercer Mundo. Desde el primer día ha sabido estampar la bandera de su latinoamericanismoen el Vaticano, recibe a jefes de Estado de la región y se ha convertido en todo un icono en Iberoamérica, el granero católico del planeta.

Tras su sencillez y simpatía, su claridad y certeza, iluminado por el Espíritu Santo, también hay un hombre que sufre por su Iglesia y por todos los hombres. Un hombre que tiene una dificilísima misión y que requiere del apoyo de todos los cristianos.

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